Si bien la experiencia de muerte de un bebé puede darse en un contexto doméstico (en la casa o en algún espacio cotidiano), en nuestra cultura la mayoría de las veces el desenlace de aquel hecho ocurre en espacios médicos.
Cuando la muerte ocurre durante las primeros meses de gestación, algunas madres dan a luz a sus bebés de pocas semanas en sus casas o lugares de trabajo, a veces, sorpresivamente. Muchas de esas madres llegarán contrariadas a la clínica y el hospital.
Otras veces estas mismas pérdidas pueden convertirse en abortos retenidos, los cuales serán abordados en los centros de salud, terminando en legrados o raspajes.
Si el bebé fallece durante una etapa más avanzada del embarazo o período perinatal (esto incluye los primeros días tras su nacimiento), las madres viven la preparación del parto y el nacimiento de su hijo/a como cualquier otra madre, en términos biomédicos.
De esta manera, en casi todos los casos de muerte de un bebé en la vida de las familias que la sufren, está fuertemente ligada a la experiencia médica que rodea esta vivencia. Desde recibir la noticia de muerte o de diagnóstico de corta vida de aquel, hasta el procedimiento que llevará a ese hijo/a a nacer (con vida o sin ella).
En la actualidad, son muchas las investigaciones que avalan la importancia de la atención para los efectos de la salud física y mental de las madres que pasan por este proceso, así como para el resto de su familia. Está comprobado que la calidad de la relación médico-paciente incide notablemente en la manera en que aquella vivirá el duelo.
La relevancia de una atención respetuosa e integral ha impulsado a muchas organizaciones de padres y centros de salud relacionados a la maternidad – tanto desde el área médica como de la psicología y psiquiatría- a promover un abordaje adecuado del duelo gestacional y perinatal, incentivando la inclusión del duelo en los estudios de maternidad y mujer, promoviendo la humanización de la medicina y el desarrollo de habilidades blandas de sus profesionales, así como la elaboración y aplicación de protocolos de atención que cuiden a estas madres y familias.
Nuestra fundación Amparos también se ha dedicado a ello desde sus comienzos, ofreciendo en estos espacios formaciones, charlas y capacitaciones, y elaborando protocolos y orientaciones de actuación, en concordancia con lo existente en otros países del mundo pero adecuados a nuestra realidad.
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